La música que llamamos jazz, surgió bastante antes que el disco; sin embargo, desde el
último cuarto del siglo XIX, el jazz estaba incubándose en Louisiana (EE.UU.) en
torno a un proceso largo y complejo que intentaba superar la rigidez rítmica y
adquirir el sello del swing. Uno de los elementos genealógicos más decisivos junto al blues, que no ha dejado de estar presente a lo largo del jazz, fue
el ragtime. Los rags, aunque se tocaban sobre toda clase de instrumentos,
fueron esencialmente una especialidad de pianistas. Su apogeo se sitúa entre
finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Los rags era una
música de procedencia europea con un estrecho parentesco con los bailes y
marchas entonces en boga. En una época en la que aun no se había expandido el fonógrafo, los rollos de pianola sirvieron para difundirlo. En realidad
el ragtime no puede ser considerado como jazz. Los rags estaban totalmente
escritos y excluían la improvisación, pero constituyeron un punto de partida
clave para la aparición de los primeros estilos pianísticos de jazz, en
particular el estilo stride. Los pianistas criollos y negros de aquella zona,
cuyo eje geográfico era Nueva
Orleans como consecuencia del cruce de culturas (española, francesa,
anglosajona y africana) desarrollaron sus acentuaciones rítmicas y la
independencia entre ambas manos sobre el teclado sirvió para comenzar a
introducir variaciones. La incorporación de la tradición del blues y el hecho
de tener que tocar para el baile favorecieron paulatinamente el desarrollo del
piano-jazz, inequívocamente orquestal.
Fuente: http://enciclopedia_universal.esacademic.com
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