Con la asunción de Nicolás Avellaneda a la primera magistratura en 1874, la Argentina no sólo fue testigo de un paso adelante en la consolidación de su aparato estatal, proceso en el que por cierto tuvo un gran papel la modernización de la maquinaria burocrática-militar encargada de la administración y/o defensa del Estado surgido en Pavón. También en este período la Argentina debió enfrentar el desafío de modernizar su economía, aunque en este sentido la década de 1870 no comenzó con los mejores auspicios. Como sostiene H.S. Ferns, mientras el período de 1862 a 1875 había sido de expansión de la actividad económica y de las inversiones, el período 1875-1882 fue uno de depresión y recuperación o de tensión y de relajación económica, donde los factores políticos y económicos se interrelacionaron de manera muy estrecha.
Ejemplo de esto último fue la guerra civil desatada entre Buenos Aires y el gobierno nacional en 1880 que al poner en peligro la estabilidad política argentina creó una coyuntura en la cual las colectividades extranjeras que residían en el país -particularmente la británica- se vieron muy afectadas en sus intereses económicos. No obstante, si bien la crisis iniciada en 1873 abarcó prácticamente todos los sectores de la vida económica argentina no los afectó de manera pareja ni en los mismos años. En un primer momento fueron sobre todo el comercio urbano y los bancos los sectores más golpeados. Hacia 1876 fue el turno de los productores rurales, y en 1877 el del hasta entonces muy lucrativo negocio ferroviario.
Fuente: http://www.argentina-rree.com
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